REDESCUBRIENDO UN ENSAMBLE DE BLASFEMIAS IRREFRENABLES

Reseña retrospectiva del álbum ‘Larvario Antisemita’ (2010) 

de la agrupación Excomulgación (Colombia)

Por: Juan Sabbath


Nota: Este texto es parte del libro ‘Bienvenidos al Sabbath: crónicas reseñas y reflexiones en torno a la vigencia del underground 2001 – 2021’. Si disfruta la lectura compre el libro aquí.



El black metal, despuntando la década de los noventa, era un asunto serio, una propuesta que llevó la música a los extremos sonoros, conceptuales y musicales. En aquella época, el universo simbólico se fundió con el universo político afectando no solo la identidad sino también el carácter y las acciones de músicos y seguidores. Eso se ha perdido. El género ha sido ridiculizado, vulgarizado y popularizado como si estuviera condenado a pagar su propia maldición. 

Lo denuncié tempranamente (a comienzos de este siglo) en las columnas que escribía para el magazín cultural Letra Oculta; hoy es un comentario común y bien fundado, pero con excepciones. 

En dichas columnas propuse que bajo la banalización del metal pervive una escena radical y exclusiva, esa escena constituye una excepción al consumo masivo y superficial que no se cansa de mofar lo que alguna vez fue. 

En el presente es casi imposible mantener el aura grave y oscura del black metal, lo visual y efectista ya no funciona, se ha agotado por exceso, la música tiene que hablar por sí sola y esa es una prueba que pocas bandas superan. Una de ellas es Excomulgación. Su trabajo ‘Larvario Antisemita’ (2010) posee esa dimensión sonora que nos transporta al lado oscuro de la fe con su blasfemia directa y su música minuciosamente ensamblada. 

El tiempo ha demostrado que una obra consistente se sobrepone al agotamiento de la fórmula maligna que ya no conmueve ni a los menores, una obra consistente puede todavía impresionar. Y esto es lo que uno descubre (o redescubre) cuando escucha el ‘Larvario Antisemita’ una década después. 

La combinación de múltiples capas de sonido perfectamente ensambladas hace que defina el álbum como barroco, por su complejidad en estructura y la multiplicidad de influencias que se pueden percibir dentro del todo. Escuchar el larvario con oído agudo es tener un recorrido a lo largo de la historia de la música, es una mezcla exitosa de las influencias de sus creadores (quizás lo más difícil de lograr) pues producen un álbum sólido a pesar de su compleja fusión de partes. Desde el comienzo con la “Obertura”, Jimi Hendrix y sus exploraciones sonoras nos hacen un guiño. Lo más notable del black metal (Dissection, Emperor, Dark Throne) es expuesto a lo largo de los extensos temas, junto a un toque gótico (aportado por los teclados), guitarra neoclásica, power metal, música clásica, música sacra y los dioses de los setenta y ochenta. 

Con esto no quiero insinuar que el álbum es un popurrí de sonidos inconexos, ya dije que estas influencias solo se perciben con un oído agudo que desintegre el perfecto ensamblaje empaquetado en puro black metal, lo que quiero resaltar es precisamente la maestría en el ensamblaje. 

Liderada por el virtuoso Blackmiroz (Dalmiro Lora), el ‘Larvario Antisemita’ es un mosaico cuidadosamente ensamblado a la altura de los que se pueden ver en la historia del arte y aún es original, por eso clasifica dentro de lo que todavía impresiona con el pasar de los años y las escuchas. Procedo a diseccionar su originalidad: la duración de cada tema roza los quince minutos, algo clave para presentar diferentes estados sonoros y para evidenciar la compleja estructura que proponen, el larvario fue concebido bajo un modo clásico de movimientos en largos pasajes sonoros que se hilan de manera natural dando solidez a la obra. 

Cada tema nos invita a un viaje dantesco en donde el extenso pasaje no se siente: el cuarto de hora pareciera compactado en tan solo 3 minutos. Las letras son directas, radicales y destructivas. Una versión agudizada de ‘Las Flores del Mal’ y una perversión del ave maría, añaden otro valor a esta joya engendrada en Cartagena (Colombia). También exhiben las letras el amplio espectro de influencia de sus creadores, esta vez desde la literatura, el álbum evoca la presencia del Divino Marqués con su irreverente escupitajo de blasfemias y lujurias, confirmando el carácter barroco del álbum. Ave Marqués. 

Pero lo más notable, y lo que termina de sellar la originalidad de esta obra es el aura mórbida y sucia que imprime la pacata cristiandad, esa que esconde las peores bajezas humanas en una truculenta exhibición de solemnidad. Los efectos sonoros y la profanación ya mencionada del ave maría evocan al abate Eliphas Lévi, quien alude a las monjas de Loudun como representación de lo realmente maligno y pervertido que solo se puede hallar detrás de las batas y los conventos. La versión latina de esas tradiciones sádicas, que se imponen todavía a las mayorías para subyugarlas, es expresada en las letras de Excomulgación. Las vocales, aunque rasgadas, son comprensibles. En suma, otra joya escondida en el underground nacional que les invito a no pasar desapercibida, demostrando que el gótico tropical puede engendrar obras al nivel del frío infernal de las tierras de Transilvania. El álbum ‘Larvario Antisemita’ de Excomulgación cumple diez años desde su lanzamiento el próximo 25 de diciembre para desprecio del bastardo. Fue dedicado a la memoria de sus dos pianistas muertos por mano propia, Rafocal en el 2002 y Larva en el 2004. 


Bogotá, 23 de julio de 2020


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