La esencia singular del black metal 

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Crónica del evento: Black Altar en Colombia

Textos e imágenes: Juan Sabbath (www.bsabbath.com

Sala de conciertos: Ace of Spades (Bogotá) 

Fecha: sábado 6 de abril de 2024 

Organización: Colombian Shows 


«Bajo la banalización del metal pervive una escena radical y exclusiva, esa escena constituye una excepción al consumo masivo y superficial que no se cansa de mofar lo que alguna vez fue» 

—Juan Sabbath. 

En el libro Bienvenidos al Sabbath escribí que: «El black metal, despuntando la década de los noventa, era un asunto serio, una propuesta que llevó la música a los extremos sonoros, conceptuales y musicales. En aquella época, el universo simbólico se fundió con el universo político afectando no solo la identidad sino también el carácter y las acciones de músicos y seguidores. Eso se ha perdido. El género ha sido ridiculizado, vulgarizado y popularizado como si estuviera condenado a pagar su propia maldición.» Por fortuna, debajo de esa vulgarización, una élite persiste con el pasar del tiempo. Élite en el sentido de una minoría selecta que permanece oculta en el underground y solo se hace presente cuando rituales de blasfemia especialmente convocados para ellos son ejecutados contra toda lógica comercial. 

Aquí lo que se impone es una pasión que parece regida por el mismísimo Dracon, legislador griego que pasó a la historia por imponer castigos severos para crímenes como el homicidio, pero también para todo tipo de culpas menores. La élite del black metal no es una selección arbitraria, se origina de aquellos que en realidad conectan con lo profundo de su filosofía y no solamente con lo visual o efectista: son los pocos que adquieren material físico y entregan su vida a ese fanatismo oscuro; no aquella masa que posa de rebelde abusando del poder del símbolo. Así, la selección es natural, producto de como se vive el black metal en privado y como se manifiesta en los rituales de blasfemia. Un selecto grupo de amantes del black metal se hizo presente para el concierto de Black Altar en Bogotá, Colombia. El grado de elitismo quedó definido en palabras de los integrantes de Black Altar cuando afirman en sus redes que la escena de Bogotá es la más grande que han visto. 

Hablar de elitismo obliga a estar preparado para la moralina de quienes hacen equivalente arte y clase social (nada más erróneo): para ser parte solo se requiere amar el black metal y eso implica saber de black metal. Siguiendo esa ley draconiana pero simple, empezará a asistir a los conciertos, a ser parte de la élite. Los tiempos en que se rompían camisetas o golpeaban a los falsos ya han pasado. Esas vías de hecho hoy resultan inútiles y anacrónicas. Lo selecto de las élites musicales se da, insisto, de manera natural. Es una de las grandes ventajas de la popularización del metal: permite que solo los conocedores conecten con el verdadero arte, mientras que los esnobistas se quedan con la mera apariencia: consolida la élite. 

Ahora bien, las bandas de black metal que pregonan un elitismo draconiano deben ser consecuentes con él y no mendigar apoyo.  Como lo expresé ampliamente a lo largo del libro Bienvenidos al Sabbath, los músicos deben enfocarse en su arte y no en el público. En términos de música—y en el arte en general—la fama es inversamente proporcional a la calidad. Dicho esto, el evento de Black Altar en Bogotá fue disfrutado por un selecto número de asistentes. Hablar aquí de elitismo no es una estrategia para simular el fracaso comercial de eventos cuya meta es llenar la sala de conciertos. Después de semejante acto ritual quedó manifiesta la alta calidad tanto de las agrupaciones precedentes como de la invitada internacional. La ausencia de Ofermod—anunciado inicialmente en el cartel—era irremplazable, pero no disminuyó la calidad del evento. Con esa calidad, el balance comercial pasa a ser totalmente secundario. El éxito esta en el plano de lo artístico. La organización (Colombian Shows) ya tendrá la oportunidad de satisfacer a las masas para, de ese modo, subvencionar eventos como este. 

Según el registro audiovisual de las bandas nacionales de apertura, pude confirmar la excelente puesta en escena de Storm Of Darkness y Ahriman. No pude apreciar ese par de buenas bandas en directo debido a que el tráfico vehicular de Bogotá, en la noche del sábado 6 de abril, estuvo colapsado como cualquier mañana cotidiana. Arribo casi imposible. Dark Wisdom mostró acople, variación compositiva y capacidad de cautivar al oyente tema tras tema. Gran antesala para los polacos Black Altar, quienes desataron su calidad musical de forma directa, basada en una parafernalia enfatizada en la música envolvente pero siniestra y en el liderazgo de la leyenda Shadow (Dariusz Sieradzki, bajista), creador del sello Odium Records y que viene resistiendo en la elite desde 1996: esto implica ser consecuente con la ley draconiana del black metal: individualismo nihilista para almas solitarias que odian a las masas, o recordando la definición planteada en el libro Bienvenidos al Sabbath: 

«El black metal es la búsqueda de un estado lumínico a través de las representaciones del mal —entendido como parte esencial del equilibrio universal— que son expresadas como concepto musical, a partir de las jerarquías que lo conforman y vinculan a aspectos trascendentales de la esencia humana.» 

Esencia en el sentido de unidad, de lo singular que destaca, opuesto a lo plural que confunde. La organización tiene clara esas leyes draconianas, así que solo resta esperar el llamado a nuevos rituales selectos de supremacía satánica. 

La baja asistencia evitó el sopor propio de Ace of Spades cuando está a tope. Un sonido balanceado magistralmente, cosa pocas veces vista: ¡al fin un ingeniero que sabe que calidad sonora no es sinónimo de estridencia! ¿El resultado? equilibrio de fuerza y potencia sin exceso de decibeles. Esos dos factores (sonido y sala), más la calidad de todo el cartel, hicieron que el evento de Black Altar en Colombia se defina con un oxímoron: fue un paraíso de black metal. 

Juan Sabbath. Bogotá, 7 de abril de 2024

Thomas Khrul, vocalista de Black Altar. Al fondo, Mordrath (baterista). 

Dark Wisdom